viernes, 25 de marzo de 2005

Mi angustia oral

La ansiedad por saber acerca de mi áreas transcriptas en angustias interminables, me llevó a la máxima tentación que puede tener un ser humano: la comida. Las pascuas sumado a mi gula creciente me llevaron a comerme dos conejos de chocolate, dos docenas de facturas, media docena de empanadas de verdura y una rosca entera más alimentos varios en sólo dos días. Heeeeeeeeeellllllpppppppppp!!!!! La diva engordará!!! No lo permitan, mantenganme entretenida asi no me refugio en la comida o sino consíganme a un vidente real (no un chanta) que me diga las cosas de una!!!! Sería la única manera de que deje de comer!!!!!! Otra cosa, posteen!!! Creo que hice algo para que no solo los bloggers puedan postear sino cualquier visitante , así que media pila!!!!!!!!


Tan extraña es la sensación de tu presencia y tan particularmente insoportable tu desvergonzada ausencia..........


Dita Deren

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno... Al parecer este ser ambiguo, indigo, experimental, hipocondriaco y de ojos saltones llamado Dita Deren (Ahora se hace llamar asi... que se le va a hacer... ella es como Prince, se cambia el nombre pensando que ese es un gran hecho artistico, je) se convirtio en estas pascuas en un Criters!!. La cantidad de cosas descriptas en su bacanal de pascuas me hacen acordar a mi mejor epoca de gordo insaciable... asi que si no paras pini, seras en el futuro como yo... o sea, tendras mi peor parte: la de afuera. La mejor parte, la de adentro no la tiene ni la tendra nadie jamas...jeje. Nada mas. Chau. Portate bien.

Chapita

Anónimo dijo...

jeeeeeeee...y bueno para eso esta la vida para disfrutarla!!! no engordes que estas linda asi. te felicito por el blog es muy entretenido, me lo lei todo y quiero mas......!!!! besos pinina!!

"EL" nana dijo...

Abro los vidriosos ojos. Las pestañas pegajosas dibujan siluetas en la pared de mi cuarto.
Vuelvo a ver la luz. Asomo la cabeza. Ni un rastro que certifique que los hombres han estado.
Apoyo mi cabeza en la almohada, descanso de viejos anhelos.
Descalzo hasta el sanitario, el piso frío y lustroso se me escurre entre los dedos.
Me miro en el espejo y suelto una mueca grotesca al mismo tiempo que suena el teléfono.
Soy yo.
Otra vez miro al espejo y otra vez esa llamada. Me molesta porque hablar conmigo no me sirve
de nada.
Levanto la tapa del retrete para no salpicarla y me sumerjo en una ola de orina que hace un
estruendo atormentador al romper sobre mi espalda. Es el teléfono. Otra vez.
Trato de calmarme, la sacudo y me quedo un rato meditando con la cabeza contra la pared y los
brazos arrojados torpemente hacia los costados.
Voy a la cocina. No me sorprende el saludo de las tostadas ni el alboroto del café cuando
me ven llegar. Mientras lo dejo escurrir en la taza vuelve a sonar el teléfono.
Me pone nervioso y vuelco un poco sobre la mesada. Vuelve a sonar. Intento tomar un poco pero
su timbre me atormenta.
Y vuelve a sonar el teléfono.
Soy yo. Otra vez yo.
Me dirijo al living a poner algo de música para tapar el estruendo, pero todo lo que encuentro son
ruidos de tonos y timbres telefónicos. Suelto un alarido que suena como la novena sinfonía de
Beethoven, y me recuerda al celular de mi hermana.
Me agarro la cabeza y la sacudo.
En el aire se respira decadencia.
Ahora me dejo caer en el sofá. Duermo unas horas, tal vez días.
Abro los vidriosos ojos, las pestañas pegajosas dibujan siluetas en la pared del living.
Vuelvo a ver la luz. Asomo la cabeza. Ni un rastro que certifique que los hombres han estado.
Camino hasta el sanitario, levanto la tapa del retrete, me dejo llevar y sacudirla dos veces
se me ha hecho cotidiano.
Entonces escucho una llamada. A punto de enloquecer me precipito a su lado,
dispuesto a terminar esta locura.
Levanto el tubo y es como el momento más crucial de mi vida.
-¡hable! – apelo a voz ronca.
La respuesta es la voz de la operadora reportando una llamada perdida.

administrador dijo...

eso si que es hambre.